Esta técnica fue presentada en la década del 90, tal vez como una de las
mejores metodologías a seguir para la creación de productos software. Puede
considerarse como un modelo pleno a seguir, como así también una alternativa
dentro de los modelos anteriores.
Al igual que la filosofía del paradigma de la programación orientada a
objetos, en esta metodología cada funcionalidad, o requerimiento solicitado por
el usuario, es considerado un objeto. Los objetos están representados por un
conjunto de propiedades, a los cuales denominamos atributos, por otra parte, al comportamiento que tendrán
estos objetos los denominamos métodos.
Vemos que tanto la filosofía de esta metodología, los términos
utilizados en ella y sus fines, coinciden con la idea de obtener un concepto
de objeto sobre casos
de la vida real.
La característica principal de este modelo es la abstracción de los
requerimientos de usuario, por lo que este modelo es mucho más flexible que los
restantes, que son rígidos en requerimientos y definición, soportando mejor la
incertidumbre que los anteriores, aunque sin garantizar la ausencia de riesgos.
La abstracción es lo que nos permite analizar y desarrollar las características
esenciales de un objeto (requerimiento), despreocupándonos de las menos
relevantes.
Favorece la reducción de la complejidad del problema que deseamos
abordar y permite el perfeccionamiento del producto.

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